
Estos dos deportes tienen un gran parecido en casi todos los aspectos, pero si los comparamos con el nivel de adrenalina, emoción y habilidad de cada uno de los jinetes y caballos que compiten, podemos ver entonces que no se parecen tanto.
Ambos juegos están conformados por dos equipos de cuatro jugadores sobre una cancha de entre 180m y 220m de largo y 80m y 90m de ancho. En el caso del Pato, el objetivo es embocar la pelota en un aro ubicado sobre un poste de más de 2m de altura. El pato es una pelota de cuero, con seis asas para poder sujetarla correctamente. Hay que tener en cuenta que el brazo del que posee la pelota, debe estar extendido hacia atrás para darle la posibilidad al adversario de poder arrebatárselo.
Es admirable ver a los jugadores dominar la pelota con semejante capacidad de precisión y conexión con sus caballos. Esta acción se ve distintivamente en Argentina, que es campeona histórica en Mundiales de Pato, siendo este conocido como el deporte nacional. Y a nivel mundial se juega al horseball.
Pero el polo tampoco se queda atrás; a diferencia del Pato, este juego se despliega con mayor elegancia y sutileza, por no tener que establecer contacto físico con el equipo contrario. Esta vez la maniobra se efectúa mediante un taco de entre 119 y 137cm. de longitud, y con una pelota de plástico (con un diámetro de 7,6cm a 8.9cm) la cual se debe introducir entre dos palos de mimbre. Pero a pesar del cambio,
Exequiel Seoane

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